Luz

Luz

viernes, 30 de mayo de 2014

Hasta que me queden fuerzas...

Y escribir...
Cuándo el corazón se funde
entre hierro y trueno.
Escribir, sin energía, sin ganas...
Escribir cuando no tienes fuerzas para seguir,
y aún así llega una nueva mañana...
tan sólo escribir.
Sin la energía del primer día,
ni la nostalgia del último.
Sin abrazos ni compañía,
con la crueldad de un rostro
que lleva años sin sonreir.
Escribir...
y andar a tientas por la vida,
paso a paso,
sin motivación aparente,
sin rendirme ante nada
pero siendo vencido,
siempre.
Avanzar,
decidir sabiendo, tristemente,
que al elegir un camino,
nos separamos de otros muchos
quizá por siempre.
Escribir,
sabiendo que un golpe en la mesa
puede derribar la mesa.
Y que un golpe en nuestra vida...
eso.
Tan solo escribir,
por ese tímido orgullo de la imaginación
que reluce en noches
cuando más solos nos sentimos,
o por hacer que otros sueñen
y vivan lo que un día vivimos.
Añorar las mañanas de dibujos,
y escribir,
aunque sólo sean cuentos
que hagan soñar a un niño,
aunque lo escrito no sea más que métafora
en una muestra de cariño.
Y morir sabiendo,
que la muerte nunca es justa ante el papel,
y que ante la vida, la justicia,
no es más que una ilusión
encerrada en un cuartel,
donde yacen -he aquí mi honra-
miles de héroes con fe.
Pero la muerte llega,
y yo, mientras tanto puedo
escribir...
Mirar las olas,
el mar,
que bonita metáfora.
Desnudo,
por un segundo.
Únicamente observo donde yaceré por siempre
pero es tan hermoso.
Quizá allí estén
las respuestas
que no me dio nunca la tierra.
El viaje, de vuelta
será hermoso.
Estén seguro de ello,
mientras tanto
seguiré escribiendo,
hasta el día que sea yo
quien deba despedirse.
Por ahora,
hasta siempre...

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